El efecto Goebbels

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“Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. Esta célebre frase del ministro de Propaganda de Hitler, Paul Joseph Goebbels, revela parte de la estrategia comunicacional que seguía la política nazi y que L. W. Doob ha recogido en su libro Public Opinion and Propaganda.

Goebbels durante uno de sus mítines

La propaganda nazi estaba tan caracterizada por su simpleza como por su eficacia, algo que no deja de sorprender a teóricos y profesionales de la comunicación y a la opinión pública en general. La eterna pregunta que todos nos hacemos tras conocer los horrores que se cometieron bajo el gobierno de Hitler parece no tener una respuesta lógica: ¿cómo fue posible que tanta gente no sólo aceptara, sino que apoyara un comportamiento tan inhumano? Gran parte de este siniestro éxito se debe a la eficaz difusión del mensaje nazi. Tanto es así, que aún hoy se siguen utilizando algunos de los planteamientos más generales de la estrategia de Goebbels que Doob enumera en su libro.

En momentos de éxito político, bonanza y estabilidad económica, la sociedad suele ser menos susceptible a la manipulación. El recurso a ideas primitivas, emotivas e irracionales es menos eficaz. Sin embargo, las épocas de crisis e inestabilidad económica conforman un caldo de cultivo para ideas radicales, reduccionistas y simplificadas, que facilitan la creación de un discurso basado en el principio de transfusión del que habla Doob (difusión de argumentos basados en odios y prejuicios tradicionales, en ideas del imaginario público, sentimientos y emociones irracionales).

En los últimos años, en los que solo se venden sopas con 4 letras (C – R – I – S), en los que los políticos se mueven entre la inverosimilitud y la desvergüenza y los periodistas serios se han convertido en la voz de éstos; el Goebbels contemporáneo, el populachero, ha sabido aprovecharse de esa sección envenenada por la incomprensión y sedienta de autoridades intelectuales que confirmen sus hipótesis con elocuencia.

Jiménez Losantos encarna ese reducto de mal llamados periodistas, que celebran el malestar social y lo utilizan como hábitat de un discurso demagogo.

A continuación presentamos algunas analogías que encontramos entre la propaganda nazi y la de Jiménez Losantos según los 11 principios de Doob:

–          Como enemigo único (principio de simplificación), el progresismo. Además, en esta categoría de “progre” amalgama a todos sus adversarios, tanto Zapatero como Gallardón, Garzón o los nacionalismos (principio del método de contagio).

«Zapatero no vacila con unirse a la hez del populismo iberoamericano o a la peor basura terrorista musulmana o separatista.» [1]

«(Michael Moore) es un cretino manipulador y un miserable. Como Chomsky y su patulea. Los progres americanos son peores que los europeos, y encima traidores a su país. A veces parecen españoles.» 2

«La izquierda es siempre antiliberal y ha sido siempre antidemocrática, al menos en España.» (3)

–          El principio de la exageración está presente en todos sus comentarios, pero hay algunos bastante reveladores:

«En Cataluña se vive de facto una dictadura, un régimen despótico que ha incluido el pacto con el terror rojo.» 4

–          Principio de vulgarización:

«Con los pocos medios que tienen los militares y guardias civiles en las fronteras africanas, ¿no sería una buena ayuda el dotarles de 3 ó 4 camiones antidisturbios de esos que tiran agua a presión? Vamos, no es tan difícil.» 5

Con la verborrea como arma, Losantos opina sobre todo, todo lo denigra, lo simplifica, lo corrompe y convierte esa podredumbre en una verdad absoluta para aquellos que la escuchan.

Más evidente es la aplicación de alguno de estos principios en las estrategias llevadas a cabo por los gabinetes de comunicación, tanto institucionales como empresariales. Sin embargo, el hecho de que su fin sea explícitamente el de servir a la institución o empresa en particular, y no la de informar a la opinión pública facilitando el ejercicio de sus derechos democráticos, hace menos punible su actuación (aunque no por ello deje de ser interesada y manipuladora).

–          El principio de renovación fue el más explotado por el CSIC durante grandes crisis como las de Doñana o el Prestige. La proliferación de notas de prensa por parte de su gabinete, defendiendo la bonanza de la gestión del Gobierno de turno, suministraba la información que los periodistas necesitaban para rellenar sus páginas de forma actualizada, evitando que éstos acudieran  a otras fuentes.

Pero no solo los periodistas demagogos y las instituciones hacen propaganda. Los medios más reputados en nuestro país acallan informaciones o las relegan a un segundo plano cuando éstas van en contra de sus intereses (principio de silenciación). Solo tenemos que analizar algún caso peliagudo que afecte al partido de la línea ideológica del medio en cuestión y hallaremos la artimaña.

Así, uno por uno, podríamos encontrar la analogía contemporánea a las estrategias de los grandes propagandistas totalitarios del siglo XX que tan incompresiblemente eficaces nos parecen en la actualidad.

La teoría de la aguja hipodérmica no tendría cabida en una sociedad realmente informada y por tanto, realmente democrática, pero la gran mayoría de líderes basan su liderazgo precisamente en la manipulación de un pueblo dócil.

Para responder a la pregunta que nos hacíamos al principio del artículo, recomiendo la lectura del libro La Ola (Die Welle) o el visionado de la película homónima, basado en hechos reales, y que muestra con qué facilidad podríamos volver a situaciones similares a las propiciadas por los totalitarismos de entreguerras bajo la influencia de un líder que sepa usar los principios analizados en un contexto propicio.


  1. www.libertaddigital.com
  2. Best Provocation Sayings (Samuel Red). P. 149
  3. www.libertaddigital.com
  4. Diario El Mundo, 7 de Noviembre de 2005.
  5. http://www.rebelion.org

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